Las enfermedades infecciosas, emergentes y reemergentes están sacudiendo a la humanidad de manera creciente, afectando principalmente a quienes viven en contextos de vulnerabilidad, condiciones de pobreza y donde el cambio climático y las consecuencias de los desastres naturales pueden ocasionar efectos más nocivos.
Cada vez más se requieren investigaciones realmente colaborativas, que traspasen las fronteras, porque la salud y las enfermedades son globales.
Por investigación colaborativa nos referimos a aquella que es participativa en cuanto permite la definición o elección de la problemática a estudiar y que implica la participación de investigadores, instituciones y países donde se implementará el estudio, y no a la que solamente busca o insertar un nuevo producto farmacológico en el mercado, o a meros estudios transaccionales de intercambio.
Una investigación colaborativa fue realizada, por ejemplo, entre investigadores de la división de enfermedades transmitidas por vectores de los Centros de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos e investigadores brasileños para analizar la posible asociación entre los casos de bebes nacidos con microcefalia y el virus del Zika, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la Emergencia Internacional de Salud [1] a inicios del 2015.
Ante la llegada inminente del virus Zika a la República Dominicana, la pregunta que nos hicimos un grupo de investigadores fue ¿pueden los países sin tradición en investigación, generalmente ahogados por las inequidades en salud, desbordados por las limitaciones del sistema del salud, afrontar la demanda de investigar durante un brote?
En la República Dominicana, como en muchos países latinoamericanos, tradicionalmente no se incluye la investigación como parte de las estrategias que conllevan las respuestas a las emergencias de salud. En nuestros países, los presupuestos de salud son generalmente bajos, y los sistemas de salud están debilitados o en constante reforma.
Con frecuencia, el gobierno no tiene una agenda de investigación definida; no ha identificado las prioridades, y no existe una política intersectorial, coordinada a nivel intergubernamental, entre los actores del sistema de salud, ciencia y tecnología, y los consejos de bioética en investigación.
Estas falencias se agravan durante una emergencia o brote, dado que los mecanismos de coordinación y comunicación no han sido efectivos o definidos con anterioridad.
Por otro lado, la asistencia técnica, provista por organizaciones de cooperación internacional, destinada a mejorar las capacidades de investigación en salud, es mínima. Desafortunadamente, en nuestros tiempos ese apoyo se destina generalmente a programas verticales y de corte asistencial, muchas veces justificados por situaciones de emergencia, una estrategia que no aporta al desarrollo de capacidades del sistema de investigación en salud.
“Se requiere de una comprensión del concepto de investigación colaborativa, el cual debe ser entendido en un marco amplio que engloba políticas corporativas socialmente responsables, por parte de las empresas, y políticas de investigación en salud por parte de los estados”.
Julio Arturo Canario Guzmán
¿Cómo romper el círculo?
En este contexto se requiere de una comprensión del concepto de investigación colaborativa, el cual debe ser entendido en un marco amplio que engloba políticas corporativas socialmente responsables, por parte de las empresas, y políticas de investigación en salud por parte de los estados.
Además, se requiere un cambio en el paradigma de la cooperación internacional, buscando ofrecer apoyo mediante asistencia técnica y financiamiento, cuando sea posible, para que los Estados fortalezcan sus políticas públicas en salud.
Una alternativa es fortalecer los pequeños núcleos o grupos de investigación ya existentes en nuestros países. Otorgar oportunidades de capacitación, fortalecer las capacidades técnicas, administrativas y desarrollar las estructuras y el capital humano requerido para impulsar el cambio cultural son pasos fundamentales.
Un estudio [2] realizado en la República Dominicana encontró que los retos de la investigación colaborativa internacional en el contexto del brote del Zika fueron: la débil gobernanza de la investigación en salud, la falta de institucionalización y formalización de la actividad científica (principalmente en el sector salud), el poco acceso a fondos de investigación y la relativamente escasa cultura de investigación.
Estos resultados conspiraron contra una buena investigación colaborativa. De hecho, no se desarrollaron los proyectos que pudieron haberse planteado si hubiera existido coordinación y comunicación con el Ministerio de Salud. Por el contrario, las oficinas de cooperación internacional para el desarrollo y algunas ONG internacionales asumieron la contratación de investigadores individuales como “consultores”.
Esta práctica no permite que florezcan nuevos grupos de investigación. Igualmente, los centros o grupos de investigación en el país permanecen subutilizados, lo que debilita y usurpa funciones de los sistemas de salud, haciéndolos menos resilientes ante emergencias actuales y futuras.
El papel de los estados
Diversos estudios [3, 4] reportan la necesidad de desarrollar una gobernanza compartida en el ámbito de consorcios de investigación en salud global. Por ejemplo, en la actualidad es común compartir datos a través de repositorios en línea. Muchos de estos intercambios son motivo de preocupación, porque la falta de empoderamiento de las personas y comunidades de donde salieron esos datos incrementa su vulnerabilidad. Los Estados no pueden estar de espalda a estas realidades y deben constituirse en los principales garantes de los derechos de los individuos y sus comunidades.
Se demanda de los Estados respuestas nacionales y regionales para generar investigaciones que respondan a las emergencias internacionales de salud. La visión basada en la colaboración internacional puede ser positiva si esa colaboración está éticamente fundamentada en valores como el respeto a la autodeterminación, la confianza mutua, la construcción de capacidades, la creación conjunta de conocimiento, el involucramiento participativo de la comunidad y el fortalecimiento de los mecanismos rigurosos y acelerados de revisión ética apropiados para las circunstancias de emergencias de salud.
La colaboración entre los comités de ética debe ser promovida. Ya existen estudios [5] apuntando hacia esas posibilidades en la región latinoamericana y del Caribe, lo que abre las puertas a un nuevo camino de colaboración.
En conclusión, cuando enfrentamos una emergencia en salud, como un brote epidémico, es difícil improvisar. Se requiere prepararnos anticipadamente para responder más efectivamente desde todas las áreas. Sin investigación difícilmente podremos responder a las preguntas y problemas nuevos a los que nos confrontan estas emergencias.
La acción coordinada durante una emergencia por brote será optimizada si se constituyen comisiones nacionales y regionales de países periféricos. Comisiones que puedan estudiar experiencias exitosas de la implementación de investigaciones colaborativas para la salud en el marco de la cooperación internacional.
*Julio Arturo Canario Guzmán es director de la firma consultora en salud y bióetica Etikos (https://etikos.do). Se le puede contactar en: arturo.canario@gmail.com.
Referencias
- World Health Organization. WHO Director-General summarizes the outcome of the Emergency Committee regarding clusters of microcephaly and Guillain-Barré syndrome.2016. http://www.who.int/mediacentre/news/statements/2016/emergency-committee-zika-microcephaly/en/. Accessed 18 July 2016.
- Canario Guzmán JA, Espinal R, Báez J, Melgen RE, Rosario PAP, Mendoza ER. Ethical challenges for international collaborative research partnerships in the context of the Zika outbreak in the Dominican Republic: a qualitative case study. Health Research Policy and Systems. 2017;15:82. doi:10.1186/s12961-017-0246-0.
- Pratt B, Hyder AA. Governance of Transnational Global Health Research Consortia and Health Equity. Am J Bioeth. 2016;16(10):29–45. doi: 10.1080/15265161.2016.1214304.
- Ravinetto R, Becker SL, Sacko M, El-Safi S, Mahendradhata Y, Lutumba P, et al. Governance and standards in international clinical research: the role of transnational consortia. Am J Bioethics. 2016;16(10):59–61. doi: 10.1080/15265161.2016.1214317.
- Aarons D. Research in epidemic and emergency situations: A model for collaboration and expediting ethics review in two Caribbean countries. Dev World Bioeth. 2017